miércoles, 26 de octubre de 2011

Mafias albanesas

La violencia como protagonista
Por Janire Rámila

Antes de desgranar el mundo de la mafia albanokosovar, es necesario realizar dos aclaraciones. La primera, que en lugar de emplear el término albanokosovar, lo más acertado sería hablar de mafia albanófona, ya que bajo esa nomenclatura se encuadran los grupos criminales procedentes de Albania, Montenegro, Macedonia, Serbia y Kosovo. Y la segunda que, contra la creencia popular, su vida no nació en la guerra de los Balcanes, sino mucho antes. De hecho, su historia ha estado ligada íntimamente a las mafias italianas y a la turca, por ser los Balcanes zona de paso obligada en el comercio de estupefacientes y de personas entre el oeste y el este de Europa.

En los años 80, la represión del régimen comunista propició la huida de miles de albanokosovares que recalaron principalmente en Suiza, Alemania, Bélgica, Suecia y Estados Unidos, desarrollando las mismas prácticas mafiosas aprendidas en su tierra. Fue una primera diáspora a la que le seguirían otras dos más multitudinarias: la vivida con la caída del muro de Berlín y la experimentada a inicios de la primera década del siglo XXI, tras la llamada «guerra de los 78 días», en la que las tropas de la OTAN lograron que Kosovo se independizara de Serbia, pero dejando tras de sí más de 5.000 muertos y 10.000 heridos. Esa guerra trajo la independencia a la zona, pero no la estabilidad, como demuestran los 15 clanes mafiosos que en estos instantes actúan allí casi impunemente.

De estos 15 clanes, el más numeroso y peligroso es el conformado por la mafia albanesa, que se ha convertido en una amenaza real para el futuro de su país de origen. Así lo expresó un informe de la Comisión de las Comunidades Europeas publicado en 2003: «Se estima que la mafia está introducida en los centros de poder político y económico del país. Esta situación puede truncar las perspectivas de una implantación satisfactoria del Estado de Derecho y las oportunidades de Albania de disfrutar de un desarrollo saludable y duradero, y de adherirse a la Unión Europea».

Lo que la Unión quería denunciar era la tremenda complicidad existente entre mafiosos y políticos albaneses, constatada en numerosas ocasiones. Una de ellas en el verano de 2004, cuando diputados de diferentes partidos se opusieron a la adopción de una ley que permitiese la creación de unidades especiales de policía para luchar contra el crimen organizado. Fue entonces cuando los clanes, para evitar futuros imprevistos, decidieron ocupar personalmente puestos políticos, hasta el punto de que algunos expertos en el mundo del crimen, como Jean-François Gayraud, aseguran que «la mayoría de las fuerzas políticas del Estado albanés y de Kosovo son una fachada de estos clanes». Palabras corroboradas por el propio ministro albanés del Interior en 2004, Igli Toska: «El crimen organizado en Albania es un peligro real. Después de haber blanqueado el dinero, los traficantes intentan limpiar su reputación mediante la participación en política o la compra de medios de comunicación».

Y es que el dinero que se juegan estos grupos es demasiado elevado como para no asegurar su control. Sólo el valor de la droga que pasa por Albania con destino a Europa supera los 1.500 millones de euros anuales, representando el 25% del mercado europeo de estupefacientes. Otros negocios no tan lucrativos, aunque sí muy rentables, son el tráfico de personas y de tabaco, la venta de vehículos robados, la adjudicación ilegal de contratos públicos y la prostitución. Sobre este último, la policía británica calcula que el 70% de la industria del sexo de Londres está en manos de bandas albanesas, repartidas por los barrios de la ciudad en función de su origen geográfico: el clan Pequini de la ciudad de Elbasan, los clanes Rama y Markaj de Tirana, los clanes Sheu y Boria de la localidad de Fier…

Otra de las características capitales de las mafias balcánicas es la tremenda violencia que despliegan en sus actuaciones y la falta de un código de honor interno tan estricto como el de la Cosa Nostra o el de las mafias asiáticas, lo que las convierte en volátiles e impredecibles.

Si la situación no se remedia, apuntan los expertos, la entidad albanokosovar corre el riesgo de convertirse en una Colombia europea.

Muy Historia, Nº 37 (2011).

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