jueves, 8 de julio de 2010

Pararelismos biológicos

En las zonas áridas con poca vegetación las aves están más predispuestas a evitar el vuelo, aunque no hayan perdido dicha facultad de volar, prefieren ser más bien terrestres. Algunas especies son buenas marchadoras, aunque no alcancen grandes velocidades, como el correcaminos del chaparral californiano. Emparentado con nuestros cucos y críalos, los Cuculiformes —de ahí también su nombre de cuco corredor—, puede desplazarse a más de treinta kilómetros por hora a la carrera para cazar invertebrados y pequeños vertebrados. La forma del cuerpo presenta una disposición alargada en el plano horizontal, una larga cola y patas robustas, el típico plumaje críptico propios de las aves de las zonas desérticas. Aunque adaptado a un entorno seco y caluroso, durante las horas centrales de mayor calor prefiere ocultarse entre la sombra de los arbustos del medio, donde también anida.

Además del correcaminos norteño o mayor del sudoeste de los Estados Unidos y el norte de Mexico, y que mide entre los 50-60 cm.; tenemos una segunda especie más sureña: el correcaminos menor o tropical (que no supera los 50 cm. de largo) de los matorrales secos de la zona costera pacífica mexicana hasta Nicaragua, añadiendo algunos puntos de la Península del Yucatán.


En la otra punta del planeta, tenemos otra avecilla de casi parecidas características y hábitos: la carraca terrestre colilarga (Uratelornis chimaera). Habita en una franja restringida del suroeste de Madagascar, entre los ríos Mangoki y Fiherenana, de unos 200 kilómetros de largo por unos 30-60 km. de ancho, compuesto de matorral y bosque espinoso. Insectívoro, de hábitos también terrestres, rebusca entre la hojarrasca sus presas. Durante la época de cría en la primavera austral (por el mes de noviembre), las parejas son muy territoriales y excavan en el suelo de una superficie inclinada, como un terraplén, galerías de casi un metro donde anidan. Forma parte de una familia o subfamilia endémica de la isla, emparentada con nuestras carracas, abejarucos y abubillas (las Coraciformes). Se estima una población mundial de poco más de veinte mil ejemplares, y debido a la tala y quema de los bosques y la depredación de los perros y las ratas, su situación es Vulnerable, como ya se decía en la Enciclopedia de la Fauna de Félix Rodríguez de la Fuente, hace más de treinta años: «este pájaro destaca sobre todo porque se encuentra restringido a una banda de llanuras arenosas de tán solo doscientos kilómetros de longitud y apenas cincuenta de anchura, en la que, además, únicamente se le encuentra en puntos aislados. Un descuido, un fuego propagado consciente o inconscientemente, una pequeña falta de atención, puede acabar con una especie zoológica más».

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