viernes, 12 de octubre de 2007

Quintanilla de Onésimo, ¿o de Abajo?

Ahora que se monta el revuelo de la futura Ley de la Memoria Histórica, en especial la posible retirada de los símbolos franquistas en muchos municipios (no la obligatoria retirada de tales signos de identificación con la pasada, y ya casi lejana, dictadura del general Franco como dicen los derechistas) sale el alcalde de Valladolid, manifestandose respecto a la posibilidad de cambiar de nombre algunas calles y barrios de la ciudad: «Lo que hay que hacer con estas cosas es no menearlas»; como han venido diciendo estos personajes desde tiempos de la Transición. Y seguiran tocando los c... con el temita.

También tenemos el caso del pueblo donde el señor Aznar solía empezar su año político, en Quintanilla de Onésimo (a treinta y cinco kilometros al Este de la capital pucelana). El ahora alcalde de Candidatura Independiente, con el apoyo del PSOE, Juan Moreno, expone al periódico El Norte De Castilla: «Sería una "absurdez" [sic] que daría lugar a una confusión entre quienes nos visitan. Quintanilla es de Onésimo desde hace mucho tiempo y no tiene sentido modificarlo porque nadie sabría como localizar Quintanilla de Abajo en el mapa. De no mantenerse tal y cómo está el pueblo perderá su identidad».

Pero que bruto y torpe es este individuo: primero con el tema de efectuarse un probable referendum local daría publicidad al pueblo, y rápidamente darían con él en cualquier mapa, y no sería una «absurdez». Y segundo el tema no es nuevo y hay interés en un cambio del nombre, como ya expuse en esta entrada. Lo curioso es que este alcalde no vive todo el año en Quintanilla, sino en Madrid, quienes controlan el cotarro son los caciques de siempre, y sus señoras (por eso a uno de sus concejales se le apoda «el Chorizo»). Se les unió los del PSOE, por cuestiones personales con el anterior alcalde del PP y ex comunista.

A mi, en estos tiempos, me es ya indiferente este tema; debía haberse hecho mucho antes; pero, mejor tarde que nunca. ZP y los suyos lo han sacado para contentar a sus votantes y simpatizantes, desviando la atención por otros temas más importantes. PSOE y PP no se diferencian en absoluto en las políticas económicas a aplicar y las sociales.

 

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