sábado, 13 de abril de 2024

Exilio de la filosofía

 Por HELENO SAÑA

Profundamente impresionado por la conducta serena de su maestro Sócrates horas antes de beber la cicuta, Platón escribió su obra Fedón para demostrar que la filosofía sirve no sólo para llevar una vida virtuosa, sino también para morir con dignidad y grandeza. Esta es, también, por lo demás, la lección que Platón nos quiere transmitir: educar al hombre para que éste pueda afrontar siempre con altitud moral los desafíos, embates y reveses del humano vivir.

Filosofar es siempre tener en la mente un ideal o telos que rebase la facticidad del mundo, parte, a priori, de una concepción o intencionalidad teleológica. Todo proceso reflexivo digno de este nombre está impulsado siempre por la búsqueda de lo todavía no-alcanzado. En este sentido es trascendencia de lo dado, o si se quiere, metafísica, esto es, meditación sobre temas y anhelos situados más allá de la physis o realidad física que nos circunda. «¿Quiénes sino los filósofos pueden guiarnos?» se preguntaba con razón Hannah Arendt en uno de sus escritos póstumos.

El pensamiento antiguo concebía la sabiduría como madurez y perfección moral, teleiosis. En esa fase genética del pensamiento universal, la labor teórica tenía como meta la purificación moral o katharsis. Y todo sistema de ideas que no partiera de este planteamiento era considera como vano e indigno.

Hoy nos encontramos a mil leguas de este idealismo. Lo que caracteriza el pensamiento moderno no es la preocupación por lo que en lenguaje pre-moderno se llamaba 'camino de perfección', sino la obsesión de dominar el espacio externo por medio de la ciencia y la técnica. O para decirlo con las palabras de Erich Fromm: «Mientras que en los comienzos de la cultura occidental tanto griegos como judíos veían en el perfeccionamiento de las cosas».

Una filosofía consagrada a elevar moralmente al ser humano, existe hoy sólo a escala residual. De ahí que lo que predomina tanto dentro como fuera de los recintos académicos sea el pragmatismo, el empirismo, el materialismo y el neopositivismo. Subsiste ciertamente una filosofía profesional que ex officio sigue teorizando sobre las grandes cuestiones de la humanidad, pero se trata de una actividad que en general no trasciende del reducido ámbito pedagógico en que se desenvuelve.

El pensamiento filosófico atraviesa desde hace mucho tiempo una profunda crisis, pero ello no impide que algunos de sus representantes logren convertirse en celebridades públicas y adquirir fama de grandes pensadores. Pero con escasas excepciones se trata de productos comerciales fabricados en común por los departamentos de marketing de las grandes casas editoras y los medios de comunicación de masas. Y lo mismo cabe decir de las modas filosóficas que determinados círculos y grupos de presión lanzan al mercado con gran despliegue publicitario. Eso explica que la cultura esté dominada cada vez más por lo que Adorno y Horkheimer denominaron 'industria de la cultura'.

Lo que en todo caso escasea de manera creciente es una filosofía consagrada desinteresadamente a la búsqueda de la verdad y el bien, y lo que todavía queda de ella es silenciado y condenado al ostracismo. De ahí que verdadera filosofía y exilio se hayan convertido en sinónimos.

No se trata en absoluto de un fenómeno nuevo. El drama de la filosofía ha consistido, desde sus orígenes, en concebir modelos emancipativos muy alejados del horizonte histórico y mental de la época en que se gestan. Precisamente porque la filosofía aspira siempre a un mundo mejor y más humano, está en conflicto permanente con el statu quo.

Pero es paradójicamente en épocas a la deriva como la nuestra que la filosofía es más necesaria que nunca. No voy a decir que el mundo debería estar regido por los filósofos, como pensaba Platón, pero sí digo que un mundo que destierre la filosofía al desván de los trastos inútiles está condenado a hundirse en el reino de las sombras tan magistralmente descrito por Platón en su Politeia.

 La Clave
Nº 42, 1-7 febrero 2002

miércoles, 10 de abril de 2024

No hay concordia sin memoria. Declaración de historiadores de Castilla y León

Los historiadores, investigadores y profesores de Castilla y León abajo firmantes mostramos públicamente, gracias al ofrecimiento del blog Conversación sobre la Historia, nuestro enérgico rechazo a la proposición de «Ley de Concordia» que plantean los grupos de PP y Vox a las Cortes de Castilla y León por considerar que desvirtúa las políticas de memoria democrática actualmente vigentes y porque se basa en una visión mistificadora de la historia de España en el periodo de 1931 a 1978.

La Junta tramita esta ley derogando su propio decreto de memoria histórica y democrática de 2018 sin justificar los motivos para ese cambio legal más allá de la apelación a una «concordia» que, como tal, no aparece ni en la Constitución ni en el Estatuto de Castilla y León. Pero la lectura de la proposición de ley evidencia un claro propósito de frenar y dar marcha atrás en las políticas de memoria democrática que, con demasiada lentitud, se han ido abriendo paso en España y, más aún, en Castilla y León. La Junta de Castilla y León fue de las últimas comunidades autónomas en legislar sobre estos asuntos y sólo en el período 2019–2022 prestó apoyo y dio participación a las asociaciones y familiares de las víctimas de la Guerra Civil y del franquismo, las cuales, a lo largo de las últimas décadas y muchas veces sin ayuda institucional alguna, han debido hacerse cargo de las exhumaciones (es la comunidad donde más se han hecho), investigaciones y homenajes a las mencionadas víctimas.

Algunas asociaciones memorialistas ya han manifestado su rechazo y el Gobierno va a tomar medidas legales contra la proposición de ley. Por nuestra parte, como investigadores y estudiosos de la historia contemporánea de España, señalamos nuestras discrepancias con la citada proposición de ley, que apela a un supuesto «rigor histórico» y un «criterio científico» que, en nuestra opinión, brillan por su ausencia. Como tampoco los vimos en la reciente declaración de bien de interés cultural de la «Pirámide de los italianos» por parte de la Consejería de Cultura, tratándose de un mausoleo ubicado en el puerto de El Escudo a la memoria de Mussolini y de las tropas italianas que envió para apoyar a los sublevados, en una zona donde aún proliferan otros monumentos, cartelas y símbolos franquistas, a los que la mayoría PP-VOX en las Cortes pretende otorgar la misma protección, apelando a supuestos valores culturales y sin la más mínima contextualización histórica.

1.- Si bien es cierto que, como dice la proposición de ley, no existe un relato totalmente consensuado entre historiadores sobre la II República, no lo es menos que hay un amplio acuerdo en el ámbito académico al considerar que fue un régimen democrático con alternancia política, elecciones libres y amplio catálogo de libertades y derechos ciudadanos. Su normalidad −no exenta de conflictos, como en otros países− se rompió a raíz del golpe militar del 18 de julio de 1936, que originó la Guerra Civil, dio lugar a un baño de sangre y propició la implantación de una dictadura opresiva durante casi cuarenta años. Así que integrar los años de la II República en el mismo periodo de la Guerra civil, la Dictadura franquista y la primera transición, sugiriendo una continuidad homogénea en cuanto a conflictos, persecuciones y violencias, resulta altamente distorsionador de la realidad histórica y supone casi tanto como equiparar democracia y dictadura (palabra que no aparece en el texto de la proposición de ley).

Y no se trata de idealizar la República, a la que tocó compartir con los demás países occidentales una época convulsa, polarizada y de grave crisis económica, sino de asumir que, con todos sus defectos y errores, fue, como expresaba la ley que declaró el 2006 «año de la memoria histórica» en España, «el antecedente más inmediato y la más importante experiencia democrática que podamos contemplar al mirar nuestro pasado».

2.- La investigación histórica, que muchas veces ha debido recurrir a testimonios orales para averiguar la verdad de unos hechos ocultos o tergiversados por la documentación oficial, ha acreditado un total de unas 16.000 víctimas mortales, como mínimo, debidas a la represión franquista en las provincias de Castilla y León, ya fuera por sentencia de consejo de guerra, asesinato extrajudicial o muerte en cárceles o campos de concentración. Un zarpazo represivo tanto más brutal cuanto que la sublevación del llamado «ejército nacional» triunfó en casi toda la región en las primeras horas y no hubo frente de guerra más que en el norte de León, Palencia y Burgos durante el primer año de la contienda. Baste señalar que las cifras de nuestra región fueron unas cuatro veces más que las de Galicia, que también fue retaguardia.

Sin duda obliga el criterio de no discriminación a la hora de reconocer y dar justicia y reparación a todas las víctimas de la violencia política sin discriminación alguna, pero no podemos asumir que a día de hoy las instituciones democráticas españolas no otorguen una atención prioritaria a las víctimas del terror franquista y a sus familiares, puesto que durante décadas, incluso en democracia, fueron desatendidas y ni siquiera pudieron tener en muchos casos el duelo y las honras fúnebres debidas en una sociedad civilizada, mientras que las otras, los llamados «caídos por Dios y por España», recibieron ayudas y atención memorial de las instituciones desde el primer momento.

Esta atención específica a las víctimas de la violencia franquista, que es la médula de las normas estatales y autonómicas hoy vigentes sobre memoria democrática, está ausente en la proposición de ley  que comentamos, en la cual se mezclan indebidamente todo tipo de víctimas desde 1931 a 1978, haciendo incluso una innecesaria referencia a las víctimas del terrorismo posterior (innecesaria no porque no deban tener la misma consideración, sino porque ya gozan de ella desde hace años y existe legislación al respecto). Lo que es una muestra de olvido y desprecio intolerable.

3.- Tampoco nos parece de recibo tratar de evitar la difusión de información «que pueda revelar la identidad de las personas involucradas en el proceso de recuperación, incluyendo las víctimas, sus familiares y cualquier persona que participe en el mismo» (Art. 4.4), lo que es tanto como impedir el conocimiento de los hechos históricos, el derecho a la verdad y la libertad de investigación, sin perjuicio de lo establecido por las leyes para la protección de datos personales.

4.- Consideramos un retroceso respecto del decreto de 2018 que la nueva «Comisión de exhumaciones» establecida en la proposición de ley excluya a las asociaciones de memoria histórica, a la universidad, a las Cortes y otros estamentos, a los que se otorgaba una función consultiva en el decreto de 2018, para hacer depender todas las competencias resolutivas de un organismo integrado exclusivamente por altos funcionarios de la Junta de Castilla y León y dos representantes de los municipios.

Arduo o imposible es lograr la concordia de todos los españoles y españolas, más aún si se intenta mediante «centros de estudio» o leyes quiméricas. La concordia se ejerce más que se legisla sobre ella; de lo contrario resulta una expresión vacía de contenido que de una u otra forma conduce al olvido de las víctimas y de los orígenes de la Dictadura. No tan difícil debería ser consensuar una memoria histórica entre cuantos compartimos los valores democráticos y de convivencia amparados por la Constitución. En todo caso, es un deber moral y una obra de justicia que nos obliga a todos atender las demandas de todas las víctimas de la violencia política, empezando por las de la Guerra Civil y la Dictadura franquista, que son las que más tiempo llevan esperando.

Por todo lo cual, los abajo firmantes exigimos a los grupos de PP y Vox de las Cortes de Castilla y León la retirada de la proposición  de Ley de Concordia.

  FUENTE: https://conversacionsobrehistoria.info/2024/04/03/no-hay-concordia-sin-memoria-declaracion-de-historiadores-de-castilla-y-leon/

viernes, 1 de marzo de 2024

Patricentrismo y matricentrismo

 

Por HELENO SAÑA

La emancipación de la mujer es uno de los temas más debatidos de nuestro tiempo, también y quizá especialmente en nuestro país. En general —como demuestran los sondeos demoscópicos— la mayoría de los varones son partidarios de la igualdad de derechos entre ambos sexos y rechazan, por ello, la discriminación de la mujer. Aunque en la práctica la mujer siga siendo víctima de toda clase de vejaciones, agresiones y abusos —tanto en el plano físico como psíquico—, es esperanzador que el sexo masculino vaya reconociendo que no tiene el menor motivo para tratar a la mujer como un ser inferior. Hay que preguntarse, de todos modos, si la mujer habrá alcanzado su plena emancipación cuando haya dejado de ser discriminada por el hombre. Creo que no. Creo efectivamente que la emancipación de la mujer presupone no sólo la paridad de derechos con el hombre, sino la superación de todo el sistema patricéntrico de valores que ha regulado hasta ahora y sigue regulando la vida occidental y demás regiones del globo. Este patricentrismo, basado esencialmente en la voluntad de poder, el afán de dominio, la violencia, las guerras y otras patologías, es el origen y causa de la civilización inhumana y brutal en la que estamos inmersos.

Hoy como ayer existe un inmenso exceso de patricentrismo y un terrible déficit de matricentrismo, término este último que empleo como sinónimo de amor, de ternura, de espíritu de paz y de voluntad de reconciliación. Con ser más que justas, las reivindicaciones del movimiento feminista predominante me parecen asombrosamente superficiales y restrictivas, ya por el solo hecho de que pretenden conseguir la emancipación de la mujer sin salirse del sistema de valores hoy vigente. Y lo que digo sobre el movimiento feminista en general, reza también para los varones que favorecen la emancipación de la mujer sin plantearse al mismo tiempo la necesidad de poner fin a las estructuras represivas del orden actual, condición previa para la liberación tanto de la mujer como del hombre. A esta progresía masculina de clase media ilustrada y de medias tintas ideológicas, pertenece en lugar destacado el señor Zapatero, que por algo ha declarado públicamente ser un feminista. Desgraciadamente y en contradicción abierta con el supuesto feminismo de que alardea, la política realizada hasta ahora por él es patricentrista de los pies a la cabeza. Patricentrista porque está al servicio de un macrocosmos económico, social y político basado no sólo en la desigualdad entre ambos sexos, sino en la desigualdad entre unas personas y otras. Auténtica emancipación es algo más que poder ser ministra en un Gobierno o ganar lo mismo que el colega en la fábrica o en la oficina; significa vivir en un mundo humano y justo en el que se hayan eliminado o reducido al mínimo las lacras de la sociedad actual, desde los principios agresivos de competencia y rivalidad a la explotación de unas clases por otras. Mientras subsistan estas injusticias, la mujer vivirá, lo mismo que el hombre, en estado de alineación y dependencia, aunque no sea maltratada por ningún varón y gane más que ahora. La mujer sigue siendo hoy víctima de la violencia del varón, pero lo es también de la violencia estructural ejercida por el modelo vigente de sociedad, un tema, este último, que tanto el movimiento feminista al uso como los medios de comunicación y las tribunas supuestamente 'progresistas' silencian o relegan a segundo plano. Existe no sólo la discriminación y la opresión de la mujer a nivel interpersonal, sino también la que ejerce el sistema a través de su dominio sobre la totalidad social. Se ha comparado a menudo —no sin razón— el movimiento feminista con la lucha reivindicativa del proletariado en la época clásica de la lucha de clases, en la que por cierto participaron también las mujeres. Pero mientras el feminismo actual sólo lucha contra la discriminación de la mujer sin cuestionar los principios del orden imperante, la clase obrera no se limitaba a exigir condiciones laborales y retributivas más justas, sino que su meta final era la supresión del capitalismo, un criterio que era compartido también por la militancia femenina más representativa de entonces, desde Louise Michel a Rosa Luxemburg.

No me queda más que decir que la liberación de la mujer sólo es factible por medio de una lucha en común con el hombre, y viceversa, el hombre no podrá liberarse sin unirse a la mujer. El sistema hace todo lo posible por separarlos, pues sabe que mientras ambos sexos se opongan uno al otro, no se opondrán contra él. Una vez más, divide et impera.

La Clave
Nº 266, 19-25 mayo 2006

sábado, 17 de febrero de 2024

Libertad o libertinaje

Por HELENO SAÑA

A la libertad pertenecen no sólo derechos, sino también deberes, en primer término el de respetar la de los demás. No cumplir con esta segunda dimensión de la libertad significa atentar contra la de los otros, como nos enseñan no sólo las teorías políticas basadas en el concepto de democracia, sino también las reglas más elementales de la educación, el civismo y la convivencia interhumana. Por desgracia aumenta el número de personas que se saltan a la torera estos imperativos éticos y se creen autorizadas a hacer lo que les da la real gana, sin importarles lo más mínimo las consecuencias que su conducta puedan tener para sus semejantes y conciudadanos. La tan cacareada 'sociedad civil' se está convirtiendo de manera creciente en un sociedad incivil dominada por la desconsideración, el atropello y la arbitrariedad. El «todo está permitido» de Iván Karamazov ha dejado de ser una frase de novela para convertirse en pura realidad.

Todo dentro de la ley, se comprende. Para eso estamos en la sociedad permisiva, ¿no? Y lo peor es quizá que nos estamos acostumbrando a ello, como si los malos modales, el egoísmo, los empujones, la grosería o la agresividad verbal o física fueran consustanciales a la naturaleza humana. ¿Qué ha pasado, qué está pasando? Muchas cosas que quienes hemos alcanzado cierta edad no podíamos prever. Sí, tenemos la libertad política que bajo la dictadura echábamos de menos y añorábamos, pero en cambio estamos asistiendo desde hace tiempo a un visible deterioro de la libertad en el ámbito de lo cotidiano, convertida cada vez más en libertinaje. No sé si me equivoco pero pienso que una vida colmada significa algo más que poder ejercer sin trabas los derechos políticos e incluye cosas no menos importantes y decisivas como la de sentirse a gusto con la gente que uno trata y se relaciona, sea en la calle, en el lugar de trabajo, en el seno de la familia, en la escuela, en el barrio donde uno vive, en la tertulia de café o en los parques y lugares de recreo. La felicidad presupone ante todo la paz interior, la cual, a su vez, depende en alto grado de la paz que reine en el entorno social en que uno está inmerso. Ese entorno funciona hoy como una guerra sorda de todos contra todos, y eso explica que quien más quien menos viva en estado de crispación, alteración y preocupación casi permanente. Ya el simple acto de salir a la calle como peatón, como conductor de coche o como usuario de los transportes públicos va unido al riesgo potencial de ser víctima de algún percance desagradable y de tropezar con el malhumor, la insociabilidad y la mala baba de alguno de los muchos conciudadanos que insatisfechos de sí mismos y de su vida se dedican a fastidiar al prójimo. Las carreteras, las aceras y el asfalto de las ciudades se han convertido en una jungla salvaje llena de las amenazas y los peligros más insospechados. También en las grandes urbes de nuestro tiempo el «hombre es un lobo para el hombre», como según Hobbes ocurría en la fase primitiva de la historia. De ahí el desasosiego, la tensión nerviosa y la desconfianza reinantes. Pero también el hogar y el recinto familiar están dejando de ser el remanso de paz que fueron en otros tiempos, como en otras cosas demuestra el número ascendente de matrimonios rotos, la violencia de género y los antagonismos a menudo insalvables y definitivos entre padres e hijos.

El signo distintivo de la libertad bien entendida —que es la única forma legítima de libertad—, radica en su autolimitación voluntaria. Hoy se tiende, por el contrario, a acentuar y reclamar su carácter ilimitado, una exigencia que inevitablemente aboca al abuso. La desmesura que Simone Weil asignaba a la vida moderna reza también y especialmente para la libertad. Está sucediendo lo que Kant quería evitar: que el prójimo fuera degradado a mero objeto de nuestros fines egoístas. El ego del individuo medio es cada vez mayor, mientras disminuye la disposición a reconocer y tener en cuenta el de los otros. La libertad pierde con ello su esencia original para degenerar en una variante más de la prepotencia.

No sé adónde vamos a parar ni veo una salida al problema que estoy analizando aquí someramente. Lo único claro es que no podemos seguir así, a menos que nos pongamos de acuerdo para echar definitivamente por la borda el resto de cultura y de civismo que nos queda. Y eso es lo que probablemente ocurrirá si no hacemos un esfuerzo último para comprender que la libertad es un bien común y no un privilegio o monopolio de quienes no vacilan en abusar de ella

La Clave
Nº 224, agosto 2005

jueves, 15 de diciembre de 2022

El anarquista de la bandera roja

RICARDO FLORES MAGÓN:
EL REBELDE MEXICANO QUE LUCHÓ
POR UNA REVOLUCIÓN MUNDIAL

  Por EL AULLIDO

«La rebeldía es la vida,
la sumisión es la muerte.»

(RICARDO FLORES MAGÓN)

Un tren con una enorme bandera roja entra en la estación de la capital mexicana, centenares de proletarios esperan a que se abra el vagón. Un féretro envuelto en rojo y negro es sacado del interior. Todo el ambiente está plagado de banderas rojas (el color de la Revolución Social), cogen el ataúd y se lo llevan. Por las calles toda la gente humilde, los hijos del pueblo, muestran sus respetos. Varias pancartas con los emblemas de los diferentes sindicatos y organizaciones obreras se ven, también de algunas formaciones políticas de izquierdas. Cuando llega la corona floral del Gobierno es arrojada al suelo, alguien canta el himno nacional y es abucheado. El tren ha venido desde la frontera norte del país, ha recorrido varias ciudades y en todas partes hubo igual muestra multitudinaria de reverencia popular. El finado lleva muerto más de cincuenta días, fallecido en una prisión norteamericana en extrañas circunstancias, y en este mes de noviembre del presente año 2022 se cumple el centenario de su muerte. Se llamaba RICARDO FLORES MAGÓN y por defender la justicia social pasó una cuarta parte de su vida tras los barrotes.

Cuando se habla de una revolución como la mexicana, nos viene a la cabeza las figuras populares de Pancho Villa y Emiliano Zapata como sus mitos revolucionarios, pero no fueron los únicos. Esta revolución iniciadora de las que siguieron en el siglo XX, también la primera donde el papel de las clases populares y sus exigencias se hiciesen valer, aunque terminasen siendo manoseadas por los intereses del poder resultante. La Historia, las más veces, la cuentan los vencedores, aun así, de vez en cuando podemos oír voces que nos cuentan otra realidad, la de los herederos de los «vencidos», que nunca fueron acalladas del todo. Una de estas voces es la de este ácrata latinoamericano desconocido por la gran mayoría y considerado como uno de los precursores de la Revolución Mexicana. Al igual que su hermano mayor, Jesús, participó en las protestas estudiantiles de 1892 contra el régimen personalista del dictador Porfirio Díaz (que llevó «la paz y el progreso» al país a costa de oprimir a su pueblo), asunto que le llevó a la primera de sus experiencias carcelarias. Tras salir entró a trabajar en el periódico opositor EL DEMÓCRATA durante el año siguiente.

El periodo de poco más de tres décadas (1876-1911) en el que México estuvo bajo la mano dura de Porfirio Díaz se conoce como el «Porfiriato», este militar accedió al poder tras un golpe de Estado bajo el lema de «No Reelección», lema que incumplió constantemente. Tuvo al pueblo mexicano sometido, cualquier protesta era duramente reprimida. Un pueblo mayoritariamente campesino, oprimido por una oligarquía de hacendados (cuyas propiedades crecieron tras el expolio legal de las tierras comunales de pueblos y comunidades indígenas) que trataba a sus peones y trabajadores en condiciones de plena semiesclavitud. Y con una camarilla gobernante de tecnócratas, cercanos al dictador, llamados los «Científicos» (con mentalidad socialdarwinista), que controlaba las finanzas y las exportaciones en connivencia con inversores extranjeros. Estando la inmensa mayoría de la población mexicana al margen de los beneficios de la modernización del país que solo alcanzaba una minoría de terratenientes, industriales, grandes comerciantes y altos cargos públicos que vivían en las urbes. Contra este tipo de sistema injusto y cruel se movilizaba toda oposición política.

Junto a su hermano en 1900 fundó el periódico REGENERACIÓN, periódico inicialmente crítico con los errores del sistema judicial y su corrupción evolucionó a atacar directamente al régimen, lo que les puso en el punto de mira. Paralelo a ello, el liberal Camilo Arriaga (sobrino-nieto del diputado que presidió la comisión parlamentaria que redactó la Constitución Mexicana de 1857) invitaba a la reconstrucción del Partido Liberal en un Congreso en San Luis Potosí para el año siguiente, tras las declaraciones de un obispo que afirmaba que el país abandonó el laicismo juarista. Los hermanos Flores Magón asistieron, y Ricardo se dio a conocer con un discurso que iba más allá de lo esperado, atacó directamente al gobierno del dictador denominándolo «madriguera de bandidos». Este Congreso dio pie a la formación de una red de grupos o clubes liberales opositores en diferentes puntos de la República, sobre los cuales pronto cayó la represión.

REGENERACIÓN es clausurado y los hermanos Flores Magón son arrestados, al salir de la cárcel Jesús decide abandonar la lucha, pero es sustituido por el hermano pequeño, Enrique. Los hermanos alquilan otro periódico EL HIJO DEL AHUIZOTE que también es prohibido, mientras la dictadura reprime y encarcela constantemente a otros muchos opositores. Ante este panorama los integrantes del partido deciden exiliarse al vecino del Norte para seguir su labor propagandística y actividades contra el régimen autoritario en 1903, y en el año siguiente 1904 les siguen los hermanos Flores Magón. Pero, la sombra de la dictadura porfirista es alargada y con la complicidad de las autoridades norteamericanas la persecución continúa. Desde Texas huyen hasta Canadá, pasando antes por Missouri, para terminar asentándose en California. En 1905 se produce la primera escisión dentro de las filas del formado Partido Liberal Mexicano (PLM), Camilo Arriaga representa la facción moderada frente a la radical de Ricardo Flores Magón. Los moderados defienden una lucha simplemente política apoyando electoralmente a candidatos independientes, los radicales optan —debido a las circunstancias— por la lucha armada para acabar con la dictadura. Otro punto en controversia es que los primeros defienden una ideología meramente liberal: la defensa de las libertades políticas; mientras los segundos optan por incorporar un discurso socializante que recurra a la defensa de los derechos del pueblo trabajador, sin igualdad económica y social no puede haber libertades políticas. Los liberales moderados abandonan y el PLM se radicaliza, aunque mantiene el nombre, con una ideología más socialista. Y esta es la línea a seguir desde entonces, también a tener en cuenta, esta organización más que un partido político termina siendo más un movimiento.

El año 1906 fue importante para la organización, es el año en el que, tras una consulta a los integrantes del partido tanto en México como en los Estados Unidos, sale a la luz su Programa político, redactado por Juan Sarabia y con aportaciones de Antonio Villarreal, Ricardo y Enrique Flores Magón solo estampan su firma como Librado Rivera, otro compañero de fatigas afín. Este programa es defendido durante unos años y resultó ser inspiración de la futura Constitución Mexicana de 1917, carta magna que fuese una de las más avanzadas del momento. Dentro se trataba temas tanto de las limitaciones de los gobernantes, como la asistencia sanitaria y enseñanza básica gratuitas, la igualdad de género, los derechos de los trabajadores y la reforma agraria, incluso de la abolición del servicio militar y la prohibición del trabajo infantil. No fue muy del agrado de los hermanos Flores Magón debido a su excesiva legalidad y moderación —para ellos se quedaba corto (sin dejar de lado, el nefasto artículo contra la inmigración china)—, y éstos después de contactar en el exilio con los sindicalistas revolucionarios de la IWW y anarquistas como Emma Goldman y otros de origen europeo ya habían asimilado una ideología libertaria, aunque su estrategia fue seguir denominándose «liberales» aunque ya no lo fuesen.

1906 fue también el año de dos hechos importantes en el México prerrevolucionario. Empezando con las huelgas de Cananea y Rio Blanco, duramente reprimidas por el Gobierno; huelgas en que agitadores vinculados al PLM estaban presentes. Así como del primer intento de sublevación armada contra la dictadura, fallida por el papel de los espías infiltrados en el PLM que dieron al traste con tal sublevación popular.

También, en 1908 hubo otro intento de levantamiento armado revolucionario que igualmente fracasó. Entre estos dos acontecimientos —en 1907— el periódico REGENERACIÓN fue sustituido temporalmente por REVOLUCIÓN.

Una figura digna de recordar, ya que fue uno de los organizadores del levantamiento de 1908, es la de Práxedis Guerrero. Hijo de terratenientes, abandona el seno familiar y su vida acomodada para ganarse el pan con el sudor de su frente como un obrero más (muy al contrario que otro con el mismo origen privilegiado como Francisco Madero). En los EEUU entra a formar parte del PLM, y adquiere una gran importancia como militante y activista mientras Ricardo Flores Magón y sus compañeros están en una de sus varias estancias en prisión. Guerrero antes que Zapata ya pronunciaba la famosa frase de «mejor morir de pie que vivir de rodillas». Con el estallido de la Revolución maderista en 1910, Guerrero entró en México con una partida guerrillera para combatir por una revolución social, pero cayó prontamente muerto a finales del año (el misterio de su muerte recuerda a la de Durruti en 1936). Lo triste es que, muy probablemente, si no hubiese caído la revolución habría ido por otros derroteros.

El PLM había preparado el camino para que surgiese la Revolución de Madero en 1910. Madero con su campaña electoral del mismo año se dio a conocer en todo el país, además de tener el apoyo de las clases medias y sectores descontentos de la oligarquía, también llegó a las clases populares, aprovechando la situación de clandestinidad del PLM que quedó relegado a un segundo plano influyente entre la gente. Con su llamamiento a levantarse contra el Gobierno de Porfirio Díaz y la promesa de devolver las tierras usurpadas a los campesinos, en varias zonas cogieron las armas y se sublevaron, lo que dio pie a la Revolución.

Aunque fracasasen los levantamientos armados de 1906 y 1908 los grupos armados pelemistas se mantuvieron. Las guerrillas pelemistas —minoritarias, pero activas— se coordinaron con las maderistas contra el enemigo común gubernamental, aunque guardando las distancias, ya que el objetivo del PLM era la revolución social, y el de Madero solo un simple cambio de poder, lo que en varios casos llevó a la confrontación. A pesar de todo, los argumentos de Flores Magón críticos contra Madero no llegaron a todas partes, y muchas guerrillas se coordinaban o se pasaban al maderismo creyendo que estaba todo acordado. Sin el empuje inicial y la experiencia de las guerrillas pelemistas hubiese sido muy difícil que la revolución se produjese, algo que fue aprovechado por los maderistas. Aun así, la iniciativa del PLM perdía terreno ante el maderismo. Recordemos que la represión contra el PLM fue mucho mayor que contra el maderismo, tanto en México como en los EEUU, por lo que su influencia se redujo. Se conoce el caso del veterano guerrillero Prisciliano Silva del PLM que al no reconocer a Madero como presidente provisional fue hecho arrestar por orden de éste, lo que conllevó duros ataques y la ruptura definitiva con Ricardo Flores Magón. Madero no era de fiar, y eso se vio después.

Ante este escenario, el poderoso vecino del norte estaba a la expectativa (movilizó tropas en la frontera y buques de guerra por las costas), y cuando vio que el viejo dictador no era capaz de parar la rebelión y ante el temor a que la Revolución fuese más que política, presionó para que Díaz abandonase el puesto y entregase el poder a Madero en 1911. (Como dato anecdótico: cuando Porfirio Díaz se embarcó al exilio con destino a Europa quiso desembarcar en la costa gallega, lo cual fue impedido por los obreros de Vigo como muestra de solidaridad internacional con el pueblo revolucionario mexicano.) Madero entró a formar parte de un Gobierno Provisional compuesto con elementos del anterior régimen y lo primero que hizo fue desarmar a sus revolucionarios, gran error del que debió de arrepentirse tarde.

El triunfo de Madero fue consecuencia de la toma de Ciudad Juárez por los revolucionarios norteños Pascual Orozco y Pancho Villa, así como en el sur por los asaltos a las haciendas de los campesinos armados bajo el liderazgo de Emiliano Zapata, que combatían por más causas que la libertad política, sin ellos no hubiese conseguido nada. Lo que conllevó el miedo de las élites y forzó a pactar con la dictadura. De ahí que con su llegada al poder, compartido con los restos del Porfiriato, intentase desarmarlos. Lo que hizo que los zapatistas aún se mantuviesen en rebelión hasta que las tierras no fuesen devueltas a los pueblos; mientras los norteños se sometían a sus órdenes, hasta que Orozco también se levantase en 1912.

En ese año 1911 se produce la segunda escisión dentro de las filas del PLM, Antonio Villarreal con otros militantes, incluidas sus dos hermanas, abandonan y se pasan al maderismo (Juan Sarabia cuando sale de la cárcel también) y rechazan el anarquismo que ya defienden los hermanos Flores Magón. En ese mismo año sacan un Manifiesto más radical en el que llaman a la expropiación de las tierras y medios de producción para gestionarlo todo comunalmente (como venían haciéndolo los pueblos indígenas desde siempre). Con este Manifiesto de 1911 ponen en entredicho el Programa de 1906 que era más bien reformista, la lucha no ha de consistir solo en derribar al tirano y cambiar las leyes, sino en atacar al sistema capitalista que lo sustenta y que explota a la clase trabajadora. Los escindidos (incluido entre ellos Jesús Flores Magón, el hermano mayor abogado que abandonase el activismo antaño) intentan, poco después, convencerlos participando en unas comisiones negociadoras enviadas por Madero para que abandonen la lucha sin conseguirlo (Ricardo rechazó, incluso, la oferta de la vicepresidencia en el futuro gobierno de Madero); lo que provoca el ataque frontal del maderismo a un PLM ya anarquista.

Una de las actividades guerrilleras de envergadura que protagonizó el PLM es la campaña en Baja California, a la que se les unieron muchos anarquistas norteamericanos y militantes del IWW, además de algunos indígenas, dándolo un carácter más internacional, que es derrotada tras el paso permitido de tropas federales mexicanas por territorio estadounidense y las divisiones internas. Este suceso vino acompañado de una ruin y difamadora propaganda mediática que les denunciaba de querer separar el territorio de México para entregárselo a los EEUU, que era totalmente falsa. Y, aun así, a día de hoy siguen muchos creyéndoselo a pies juntillas.

Como dije antes, el pensamiento político-social de Ricardo Flores Magón evolucionó hacia el anarquismo desde el liberalismo juarista, un liberalismo republicano y anticlerical. En el exilio norteamericano entró en contacto con anarquistas de origen europeo y asimiló «la Idea». Ideario que venía madurando tras las lecturas de libros de Proudhon, Bakunin y Kropotkin, así como de Marx, de la biblioteca de Camilo Arriaga. Si a esto añadimos las condiciones penosas de la represión que venía sufriendo desde hace años y las experiencias de su infancia temprana entre los indios mazatecos, los cuales practicaban la democracia directa y el apoyo mutuo como parte de sus usos y costumbres. Un pensamiento libertario que también compartía Ricardo con su hermano Enrique Flores Magón (con Jesús, no) y Librado Rivera, los tres firmaron el Programa de 1906 que luego cuestionasen con el Manifiesto de 1911. Sus críticos les denominaron como «magonistas», término que nunca aprobaron. «No somos 'magonistas' ni seguimos a ninguna personalidad», «No soy 'magonista', soy anarquista. Un anarquista no tiene ídolos», frases que dijeron como rechazo a tal definición que convertía a Ricardo en líder absoluto o caudillo de un movimiento personalista que no era cierto. Pero, debido a su frecuente uso desde entonces, voy a utilizarlo también, ya que las lenguas están vivas y, a lo largo del tiempo, el significado original de las palabras varía y termina formando parte de nuestro vocabulario. Dentro del magonismo (o 'anarcopelemismo', como también prefiero definirlo) podemos incluir a Práxedis Guerrero (muerto al comienzo de la Revolución), como también a Fernando Palomares (activo organizador en la huelga de Cananea y participe en la campaña de Baja California); añádase a Antonio de Pío Araujo (que estuvo al cargo de REGENERACIÓN y el PLM durante varios de los encarcelamientos de sus compañeros) y Anselmo Figueroa (redactor del periódico), estos dos últimos firmaron también el Manifiesto de 1911. Todos ellos compañeros de vicisitudes y batallas, entre otros.

También hubo participación femenina en sus filas, el papel como mensajeras fue vital para el movimiento, debido al machismo de las autoridades pasaban más desapercibidas. Ellas ponían en contacto a todos los grupos pelemistas, filtraban con mayor facilidad propaganda e, incluso, armas; un soporte que fue de gran importancia. Y en la región fronteriza del sur de los EEUU la publicación de muchos periódicos fue obra de ellas. También recordar que Flores Magón, al igual que Práxedis Guerrero, se pronunciaron por la igualdad entre hombres y mujeres. Sin olvidarnos del apoyo moral que le brindó al mismo Ricardo su compañera sentimental María Brousse, sin el cual le hubiese sido imposible soportar las intermitentes temporadas de cautiverio.

El lema «Tierra y Libertad» proviene del populismo ruso decimonónico y que pasó al anarquismo a través de Bakunin, y que el magonismo adoptó; sin olvidarnos de que la bandera roja del PLM llevaba las letras escritas en blanco de tal lema. El periódico ácrata barcelonés TIERRA Y LIBERTAD (años después convertido en órgano de expresión de la FAI) mantuvo estrechas relaciones con los magonistas. Aunque el lema fuese erróneamente atribuido al zapatismo, este movimiento revolucionario campesino lo adoptó tras contactar con ellos, y, además, su Plan de Ayala estaba influenciado por el discurso expropiador de los medios de producción del PLM. Se sabe que Zapata invitó a Flores Magón a que editase REGENERACIÓN desde Morelos —territorio zapatista— lo cual fue rechazado por el carácter internacionalista del magonismo. Mientras el PLM enarbolaba la bandera roja (y no rojinegra) de la revolución social, el zapatismo lo hacía con la bandera tricolor nacional, ya que el sentimiento antiestatal de los unos chocaba con el patriotismo de los otros. Pero respeto mutuo siempre mantuvieron, a pesar de las diferencias, lo que conllevó muchas críticas de parte del anarquismo internacional.

Y ya que he comentado a los pueblos indígenas, merece la pena hacer una mención al pueblo yaqui del sur de Sonora. A este pueblo le robaron las tierras en nombre del progreso y tuvo que declarar la guerra al gobierno mexicano. Las represalias fueron durísimas con ellos, a muchos condenaron a trabajar como esclavos para las haciendas, pero su espíritu rebelde (bronco) nunca se perdió. Crearon una red clandestina para armarse, red que también fue usada por el PLM en sus insurrecciones de 1906 y 1908, ya que también entre ellos entablaron contactos. Incluso los yaquis también adoptaron el lema magonista aunque modificado, como «Libertad y Tierras». No fueron los únicos indígenas que colaboraron con el PLM, como ocurrió en Veracruz y Baja California. Sin olvidarnos del activo magonista Fernando Palomares, que era indio mayo. También debemos tener en cuenta que quienes más reivindican actualmente la memoria de Ricardo Flores Magón son los mismos movimientos indígenas de Oaxaca y de otros estados mexicanos.

Ante la no aplicación de los planes iniciales dentro del maderismo surgió el descontento, como el de los hermanos Vázquez Gómez. Estos que habían apoyado a Madero se levantaron contra él al disolverse el partido que lo llevó a disputar el poder a Porfirio Díaz. Fueron de los primeros en volverse contra él, sin olvidarnos de los zapatistas que se negaban a ser desarmados y algunos grupos guerrilleros pelemistas. Madero tras unas elecciones llegó definitivamente a gobernar. Pero, la principal figura revolucionaria que surgió en esa primera etapa de la Revolución oficial fue la de Pascual Orozco. Orozco es quién abrió las puertas de acceso al poder a Madero, entonces Pancho Villa era un subordinado. Incluso el zapatismo en su Plan de Ayala lo consideró su Jefe Revolucionario. Orozco también se sublevó contra Madero a principios de 1912, junto a él se levantaron expelemistas que aunque enarbolasen la bandera roja —conocidos como «los colorados»—, Flores Magón los atacó diciendo que eran 'rojos' por fuera y conservadores por dentro, de nada fiables, ya que Orozco, a pesar de su discurso social y revolucionario, estaba financiado por la oligarquía porfirista del clan Terrazas-Creel de Chihuahua (la misma que persiguió con saña al PLM tras los intentos fallidos de revolución en los años 1906 y 1908). Madero envió al ejército comandado por el general Victoriano Huerta a combatirlo, y Pancho Villa estuvo como irregular bajo sus órdenes. Entre Villa y Huerta las relaciones no fueron buenas, Huerta intentó fusilar a Villa, éste fue encarcelado y logró escapar a los EEUU. Aquí podemos ver como el proceso revolucionario comenzaba a dar sus giros y diferentes alianzas.

Durante este breve mandato, después de años de dictadura, el movimiento obrero volvió a organizarse y a protagonizar alguna huelga general y en ese año se creó la anarcosindicalista Casa del Obrero Mundial (COM), que junto a la rebelión orozquista, en el norte, y al no desarme zapatista, en el sur, fueron verdaderos quebraderos de cabeza del gobierno maderista. Al que se le unió los intentos golpistas de la reacción.

Como inciso conviene mencionar la figura de Antonio Díaz Soto y Gama equivocadamente incluido dentro del magonismo. Aunque fuese compañero de Camilo Arriaga y participase en la formación del PLM, abandonó la clandestinidad en 1904 tras pactar con el Porfiriato. Volvió a la palestra política en 1911 tras el triunfo de Madero, dentro de un PLM reorganizado desde México junto a otros como Antonio Villarreal, Juan Sarabia y Camilo Arriaga y, a su vez, sacaron otro periódico con el mismo nombre de REGENERACIÓN («DEGENERACIÓN» según palabras de Ricardo Flores Magón) en el que también participaba Jesús Flores Magón. Todos terminaron abandonándolo porque la línea de la dirección era diferente a la original. Soto y Gama luego pasó a la anarcosindicalista COM y de ahí a luchar junto los zapatistas. Fue quién dio más peso teórico al zapatismo. Ya como diputado agrarista quiso engañar a la familia Flores Magón de que tenía la aprobación del movimiento obrero mexicano para que el Parlamento se hiciese cargo de las exequias fúnebres de Ricardo en 1922. Y es uno de los primeros responsables de falsear el papel de Flores Magón como precursor de la Revolución Mexicana oficial.

El general Huerta enviado a la capital para someter el levantamiento militar de 1913, hizo todo lo contrario, se sumó a él y depuso a Madero, al que hizo asesinar, y así acceder al poder. Todo esto con el beneplácito del embajador de los EEUU. Frente a este golpe de Estado hubo maderistas que se opusieron, como el gobernador de Coahuila, Venustiano Carranza, los «sonorenses» y Pancho Villa, que regresó del exilio. Zapata siguió levantisco y se opuso a este nuevo dictador. Orozco, en cambio, junto a sus «colorados», se alió con el golpista. Comenzando la segunda etapa de esta revolución. Carranza, Villa y los «sonorenses» conformaron el Ejército Constitucionalista que combatió al Ejército Federal de Huerta, igual que al sur de la capital los zapatistas continuaban la lucha por las tierras. (Por el año 1914 los EEUU ocuparon Veracruz porque vieron que Huerta se arrimaba a la Alemania del Káiser.) Los restos de las guerrillas pelemistas ingresaron dentro de las filas de estos ejércitos revolucionarios. Aun así, a pesar de los encarcelamientos constantes, Flores Magón siguió dando batalla desde California, hasta hubo un intento de formar otro nuevo movimiento guerrillero magonista que fue duramente desbaratado por las autoridades norteamericanas y sus componentes apresados con largas condenas, muy diferente fue el vecino del Norte con Pancho Villa y su gente al ser más indulgente y permitirles el suministro de armas y municiones.

Huerta fue derrocado y la división entre los revolucionarios surgió, por un lado villistas y zapatistas y por el otro, los carrancistas con el apoyo de los sonorenses. Siendo estos últimos los vencedores en la guerra civil de 1915. El ejército villista fue derrotado por el sonorense Álvaro Obregón en las batallas del Bajío, la División del Norte villista fue considerado el ejército revolucionario más grande que haya habido en la historia de América Latina, que terminó disolviéndose tras la desastrosa campaña de Sonora, a finales de ese año. Durante tal campaña Villa vio como los EEUU reconocía y daba su apoyo a Carranza, lo que provocó su desengaño, ya que hasta ese momento tuvo el apoyo norteamericano. Pancho Villa hizo como reprimenda una incursión en territorio estadounidense en 1916 lo que provocó la reacción imperialista enviando tropas a territorio mexicano para su captura: la Expedición Punitiva, que resultó ser un fracaso (aquí surgió el falso mito antiimperialista de Pancho Villa).

Uno de los momentos más inefables de la historia del movimiento obrero fue la alianza de la COM con el carrancismo para combatir a los ejércitos campesinos de Villa y Zapata (a la militancia de la COM, debido a su irreligiosidad, no le hizo mucha gracia ver a los zapatistas desfilar por la capital con la imagen de la Virgen de Guadalupe), a través de los llamados «Batallones Rojos». Tras la derrota de éstos, Carranza desarmó tales batallones, e incluso reprimió con dureza las numerosas huelgas y cerró los locales, los obreros ya no le hacían falta. Estos hechos, tanto el pacto como su ruptura consiguiente, fueron denunciados por Ricardo Flores Magón desde REGENERACIÓN. El posibilismo que inundó tal organización sindical y todo vínculo con el magonismo fue erradicado dentro de sus filas —a pesar de la militancia libertaria en su seno— llegando incluso a colaborar con el gobierno carrancista para neutralizar todo opositor al pacto. Aunque a Ricardo Flores Magón se le atribuyó formar parte del anarcosindicalismo, nunca consideró que las reivindicaciones consistentes en aumentar los salarios y reducir las horas, así como mejorías en las condiciones laborales, fuesen verdaderamente anticapitalistas; él era de la línea anarco-comunista como Kropotkin y Malatesta.

En 1915, después de salir de uno de sus tantos encarcelamientos, Flores Magón y compañeros crearon una comuna de California para vivir juntos. Se dedicaron a cultivar árboles frutales y criar pollos, mientras algunos componentes salían fuera a trabajar para llevar ingresos al fondo común. Fue una breve experiencia hasta que volvió a ser detenido por lo que escribía contra el Gobierno mexicano. Emma Goldman fue testigo de uno de sus juicios, vio como cuando llegaba a la sala el juez, nadie se levantaba, pero cuando entraban los Flores Magón, todo el mundo —la mayoría trabajadores mexicanos— se levantaba ante ellos como señal de admiración y respeto. En 1918 se produce la ruptura entre los dos hermanos, Ricardo y Enrique, quedándose muy menguado el PLM y el periódico REGENERACIÓN. En ese mismo año Ricardo Flores Magón y Librado Rivera firman otro manifiesto dirigido a todos los obreros y anarquistas del mundo, en el que se condena al capitalismo y a la Gran Guerra que asolaba Europa, lo que les conllevó la definitiva condena a prisión de varios años y que puso fin a la vida de Ricardo.

En 1919 Zapata era vilmente asesinado a traición, Villa se mantenía combatiendo al gobierno carrancista desde la guerrilla (hasta el abandono de la lucha armada en 1920). Poco antes, en 1917 se redactó la actual Constitución mexicana, una de las más progresistas de la época, que mantenía en el poder a las clases medias; las reivindicaciones obreras y campesinas estaban plasmadas, pero sometidas. En 1920 Carranza es depuesto por los sonorenses, con apoyo zapatista (lo debió matar alguno de sus más cercanos para salvar el pellejo), dando origen al caudillismo que gobernó el país durante las dos siguientes décadas (Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles, podemos incluir también a Lázaro Cárdenas), precedente del monopolio gubernamental priista que duró todo el siglo XX.

Las duras condiciones de la prisión fueron mermando la salud de Ricardo Flores Magón. La presión callejera para liberarlo fue nula en ambos lados de la frontera. Incluso rechazó una pensión que parlamentarios mexicanos querían darle. Cuando se le obligó a pedir perdón para poder salir, también se negó, ya que él no había hecho ningún mal y arrepentirse sería dar la razón a sus opresores. En la madrugada del 21 de noviembre de 1922, apareció muerto, su causa aún es desconocida, se cree que lo asesinaron, aunque otras fuentes indican que de un paro cardiaco. Fuese provocada o no su muerte fue responsabilidad del sistema penitenciario y judicial norteamericano, que le privó de toda atención médica. Cuando desde el Gobierno mexicano se quisieron hacer cargo del cadáver, su familia se negó. Fue un sindicato ferroviario quién se encargó de devolverlo a México y hacer el funeral. Entierro multitudinario. El capitalismo estadounidense lo quería muerto, por el apoyo popular que aún arrastraba su persona.

A Flores Magón se le ha considerado el precursor de la Revolución Mexicana, pero ésta no fue su revolución. La suya era mundial, internacionalista, y no patriótica («Yo no creo en el Estado; sostengo la abolición de las fronteras internacionales»), por eso estuvo en California y no regreso a suelo mexicano en vida. Esperaba que todos los desposeídos y parias de la Tierra se levantasen, empezando con la población humilde mexicana. Y en este año 2022 se va a cumplir el Centenario de su muerte, irónicamente el Gobierno de México ha declarado oficialmente este su año, cuando Ricardo Flores Magón nunca quiso nada de ningún gobierno ni parlamento, los detestaba. Por ello se le tilda de sectario e intransigente, pero era su forma de pensar. El gabinete 'morenista' de AMLO que gobierna en México lo que está haciendo con ello es injuriar la memoria histórica de Ricardo Flores Magón, una figura del Pueblo y no de las instituciones y los políticos que se merece un mayor respeto. Desde aquí lo homenajeamos a nuestra manera con este número de la revista DC dedicado a su figura y legado.

¡VIVA TIERRA Y LIBERTAD!

 DESDE EL CONFINAMIENTO, 69
de AMOR Y RABIA